Cuatro resultados desagradables cuando el cristiano no perdona.


Vivimos en una sociedad donde se exalta la venganza, se ve en las películas y qué decir de las series. Perdonar a otros es tomado como una debilidad, incluso denigrante; por el contrario, quienes se niegan a perdonar y toman la justicia en sus manos son considerados fuertes y dignos de exaltación.

¿Cuántas noticias ha escuchado en la semana sobre crímenes por venganza?

En palabras del pastor John MacArthur, “La falta de voluntad para perdonar  es algo impensable en la vida del cristiano”. Es un acto de desobediencia y rebelión a Dios y lo más triste es que trae desagradables consecuencias:


1.- La falta de perdón encierra al cristiano en las rejas del pasado. Es falso que el tiempo lo cure todo. La palabra de Dios dice en Efesios 4:26-27 “Airaos, pero no pequéis; no se ponga el sol sobre vuestro enojo, ni deis lugar al diablo”. El perdón libera al creyente de la prisión del pasado.


2.-  La falta de perdón produce amargura. Mientras más tiempo pase el creyente pensando en las ofensas que se han cometido contra él, más amargura acumulará en su vida. La amargura además de pecado es una infección que contamina a otros, como lo dice el autor de Hebreos 12:15 “Mirad bien, no sea que alguno deje de alcanzar la gracia de Dios; que brotando alguna raíz de amargura, os estorbe, y por ella muchos sean contaminados”


3.- La falta de perdón abre la puerta a la obra de Satanás. Pablo escribió a los corintios (2 Cor. 2:10-11) “Y al que vosotros perdonáis, yo también; porque también yo lo que he perdonado, si algo he perdonado, por vosotros lo he hecho en presencia de Cristo, para que Satanás no gane ventaja alguna sobre nosotros; pues no ignoramos sus maquinaciones”. Satanás gana terreno y avanza en nuestras vidas por la falta de perdón.


4.- Finalmente la falta de perdón estorba nuestra comunión con Dios. Leemos en Mateo 6:14-15 “Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial; mas si no perdonáis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas”. No se puede estar bien con Dios mientras no perdonemos a otros. 


Pablo escribió en Efesios 4:32 “Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo”. 


Cuando no perdonamos olvidamos que Dios nos perdonó a nosotros,  debemos perdonar como Él nos ha perdonado.


Referencia

MacArthur, J. (2003). Colosenses Y Filemon. Grand Rapids, Mich.: Editorial Portavoz.


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